martes, 24 de abril de 2007

La mediocre felicidad


El arte clásico por definición ha perseguido lo sublime: la danza, la música o incluso la pintura buscaban la perfección. Degás pintó muchas bailarinas por el camino. Pero a veces esa obsesión ha contaminado la existencia de aquellos que han quedado fascinados por el arte. La vida se convierte entonces en una búsqueda de la excelencia, más allá de la mediocridad. ¿Pero si no somos capaces de conformarnos con lo corriente perdemos también la capacidad de ser felices? Lo sublime se define también por la imposibilidad del objeto deseado que por conseguido se vuelve vulgar. Entonces encontramos millones de Madams Bobarys // creyéndose únicas y singulares en su desdicha// buscando su excelencia y por consecuencia su desgracia. ¿Será condescendencia o los mediocres son felices?

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