jueves, 9 de septiembre de 2010

Notas des de el D.F.

La primera sensación cuando uno aterriza en el D.F. es muy física. La mente está nublada por el viaje y sobretodo por la altura. Con el bullicio de la ciudad uno va medio despertando //pero no del todo// de la confusión //que sospecho va a durar algunos días//.
El D.F. es la ciudad dónde uno puede comprar todo y también venderlo. De echo voces estridentes te venden por altavoces //alta-voces...que bonito es el lenguaje a veces// demasiado altos desde un mando para el televisor por 70 pesos a collares o tacos. Las tiendecitas compiten por ocupar sonora y visualmente las calles, los coches reclaman la carretera y los peatones deambulan con algo de prisa //como en todas las grandes ciudades//.
Pero no hagan demasiado caso, son solo apuntes de una cabeza nublada por la altura y el jet lag que no ha descubierto aún la Condesa //donde planea cenar esta noche//.

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